De entrada, el juicio se está retrasando. Iba a comenzar el 23 de junio, pero no se encuentran miembros del jurado que sean válidos. En efecto, según informa la prensa, de los 36 preseleccionados, 2 no comparecieron y 17 fueron descartados ante las alegaciones y excusas que presentaron. Van a volver a intentarlo, en principio, a mediados de septiembre.
Conviene recordar que la Ley Orgánica del Tribunal del Jurado (LOTJ) exige que al comienzo de las sesiones haya al menos 20 miembros potenciales, para poder elegir a los 9 titulares y 2 suplentes. En nuestra opinión, va a ser muy difícil.
Primero, por las recusaciones: tanto las acusaciones como las defensas pueden recusar a 4 personas sin alegar ninguna causa. Y motivos no les van a faltar, especialmente a las defensas de los acusados, lo que nos lleva a la razón fundamental: el tratamiento mediático que han tenido los hechos –un auténtico juicio paralelo de los que denunciamos en un anterior post– hace materialmente imposible encontrar 11 personas que puedan responder honestamente a la pregunta que les formulará el Presidente del Tribunal al inicio del juicio propiamente dicho:
¿Juran o prometen desempeñar bien y fielmente la función del jurado, con imparcialidad, sin odio ni afecto, examinando la acusación, apreciando las pruebas y resolviendo si son culpables o no culpables de los delitos objeto del procedimiento los acusados, así como guardar secreto de las deliberaciones?
Tras jurar o prometer, esas 11 personas deberán pasar el calvario de los 25 días previstos de duración del juicio, presenciar los interrogatorios de los 2 acusados, 84 testigos y 30 peritos, ver cuantos documentos les pongan por delante y terminarán encerrándose a deliberar:
- Si estiman probados o no los hechos. Para los hechos contrarios a los acusados, hacen falta al menos 7 votos favorables de los 9 jurados titulares. Para los favorables, bastan 5 votos.
- Si los acusados son culpables. De nuevo, serán necesarios 7 votos para la respuesta afirmativa y 5 para la negativa.
Si no se alcanzan estas mayorías, el panorama es desolador:
- Si el jurado no se pone de acuerdo, el Presidente les ordenará que vuelvan a intentarlo. Después del tercer intento, el jurado será disuelto y se convocará un nuevo juicio con otro jurado.
- Si en el segundo juicio tampoco se consigue un veredicto con las mayorías indicadas, los acusados serán absueltos.
Si, por el contrario, las mayorías se alcanzan y se dicta veredicto de culpabilidad, ¿alguien se cree que esas pobres personas hicieron su trabajo olvidándose de las decenas de artículos periodísticos, desde el mismo inicio de las actuaciones, cuando había filtraciones a la prensa cada día? ¿Y de los centenares de horas de programas de radio y televisión, con todo tipo de expertos pontificando? Fueron –en realidad, todos fuimos- conociendo día a día aspectos de los que ahora van a tener que emitir veredicto: los somníferos, la cuerda, la camiseta, los trayectos de aquella tarde del 23 de septiembre de 2013, las conversaciones de los padres en prisión… Por no hablar de otras imágenes, como cuando los acusados estaban a punto de ser linchados cada vez que aparecían por la calle, por mucha custodia policial que llevaran.
¿De verdad alguien cree que hay presunción de inocencia y posibilidades de un juicio justo para los acusados? ¿Ya nadie se acuerda de Dolores Vázquez, condenada por el asesinato de Rocío Wanninkhof –por un jurado que se basó en el previo juicio paralelo- y posteriormente absuelta?